lunes, 18 de mayo de 2020

Las fotografías de Augusto C. Sandino en México

A continuación, y con motivo del aniversario del nacimiento del caudillo nicaragüense, Augusto César Sandino, compartimos algunas imágenes del viaje que realizó a México en 1929. Fuente: Archivo General de la Nación.

"El General Sandino a su llegada al aeropuerto del D.F. México, 1929"
"Sandino en México, 1929"

Sin título. México, D.F., 1929.

"Sandino en Mérida, 1929"


"En Mérida, Yucatán. Entre José de Paredes y Agustín Farabundo Martí"

"Colocando ofrenda floral ante la Columna de la Independencia. Detrás de él, Dr. Pedro José Zepeda, México D.F.,1929"

"Sandino y sus amigos periodistas mexicanos haciendo guardia ante la Columna de la Independencia, México D.F., 1929"


miércoles, 2 de enero de 2019

Con las mismas manos


Con las mismas manos de acariciarte estoy construyendo
una escuela.
Llegué casi al amanecer, con las que pensé que serían
ropas de trabajo,
Pero los hombres y los muchachos que, en sus harapos
esperaban
Todavía me dijeron señor.
Están en un caserón a medio derruir,
Con unos cuantos catres y palos: allí pasan las noches
Ahora, en vez de dormir bajo los puentes o en los
portales.
Uno sabe leer, y lo mandaron a buscar cuando supieron
que yo tenía biblioteca.
(Es alto, luminoso, y usa una barbita en el insolente
rostro mulato.)
Pasé por el que será el comedor escolar, hoy sólo señalado
por una zapata
Sobre la cual mi amigo traza con su dedo en el aire
ventanales y puertas.
Atrás estaban las piedras, y un grupo de muchachos
Las trasladaban en veloces carretillas. Yo pedí una
Y me eché a aprender el trabajo elemental de los
hombres elementales.
Luego tuve mi primera pala y tomé el agua silvestre de los
trabajadores.
Y, fatigado, pensé en ti, en aquella vez
Que estuviste recogiendo una cosecha hasta que la vista se
te nublaba
Como ahora a mí,
Qué lejos estábamos de las cosas verdaderas,
Amor, qué lejos -como uno de otro!
La conversación y el almuerzo
Fueron merecidos, y la amistad del pastor.
Hasta hubo una pareja de enamorados
Que se ruborizaban cuando los señalábamos, riendo,
Fumando, después del café.
No hay momento
En que no piense en ti.
Hoy quizás más,
Y mientras ayude a construir esta escuela
Con las mismas manos de acariciarte.


por Roberto Fernández Retamar[*]


[*] Tomado del libro En Cuba, de Ernesto Cardenal (México: Ediciones Era, 1977), 286-287.

martes, 1 de enero de 2019

Ché Guevara

Como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera,
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura,

así Guevara, el gaucho de voz dura,
brindó a Fidel su sangre guerrillera,
y su ancha mano fue más compañera
cuando fue nuestra noche más oscura

Huyó de la muerte. De su sombra impura,
Del puñal, del veneno, de la fiera,
Sólo el recuerdo bárbaro perdura.

Hecha de dos un alma brilla entera,
como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera.

por Nicolás Guillén[*]




[*] Tomado de la antología Nicolás Guillén: poesía (México: Editores Mexicanos Unidos, 1999), 224.

jueves, 27 de diciembre de 2018

"Molotov Man" y la memoria gráfica de la Revolución Sandinista (1979-1990)

Imagen 1: Susan Meiselas, Tropas sandinistas a las puertas del cuartel de la guardia nacional en Estelí (“Molotov Man”). 1979. Departamento de Estelí, Nicaragua. Impresión cromogénica. Dimensiones: 48 x 68.4 cm. National Gallery of Art. Washington D.C., Estados Unidos.
por Diego H. Dávila Huerta

La Revolución Popular Sandinista tuvo como principal característica la formación y participación de bases de apoyo en la sociedad civil. La insurrección civil de 1979 apoyó los esfuerzos que la guerrilla había comenzado a finales de los años 50, y logró derrocar al régimen dictatorial de la familia Somoza, instaurando un proyecto de estado de características socializantes. El gobierno revolucionario llevó a cabo campañas de alfabetización, reparto agrario y vacunación. Junto a esto se fortalecieron los órganos de difusión cultural e informativa del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que se encargaron de difundir un perfil histórico de la revolución hasta su derrota electoral en 1990. Actualmente, su memoria histórica se conserva tanto en la memoria viva de sus protagonistas, como en el material audiovisual, editorial y periodístico producido durante la revolución, y que hoy pueden ser recuperados como fuentes historiográficas.

Este ensayo consta de tres partes: 1] Un esquema sobre el origen de la dictadura somocista; 2] un análisis de los antecedentes y características de la lucha antidictatorial en Nicaragua; y 3] Una reflexión acerca de la importancia de los medios visuales durante la revolución de 1979. Adicionalmente, en este ensayo se realiza un  estudio iconológico del trabajo documental de la fotoperiodista  Susan Meiselas[1], y se propone un análisis de la construcción y transformación simbólica de la revolución y el sujeto revolucionario en Nicaragua a través de sus fotografías.
La Revolución Sandinista no se trató únicamente del derrocamiento de una dictadura. Tuvo la particularidad de constituirse como la creación de un nuevo orden subjetivo, así como la inauguración de un nuevo orden político y social. Como Iosu Perales (2005, 99) sugiere, “el mundo naciente” no trastocó únicamente las estructuras de propiedad y gobierno; su concepción involucró la creación, destrucción y transformación de códigos, tradiciones y creencias que atravesaban a toda la sociedad nicaragüense. Existe además una matriz simbólica que identifica la revolución nicaragüense con las metáforas de la esperanza, la promesa y el sueño (Delgado 2014, 110). La lucha antiimperialista es parte fundamental de la línea política gubernamental promovida por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y es parte importante de la construcción historiográfica que fue creada durante el gobierno revolucionario de la década de 1980.
La Revolución que culminó en 1979 retomó la lucha revolucionaria antiimperialista iniciada por el caudillo Augusto C. Sandino como su raíz cronotópica real[2], transfigurándola para amoldarse a un discurso que le acomodara a las tres corrientes revolucionarias que conformaron al Frente[3]. El orden subjetivo en creación implicó una pugna por los recursos discursivos y conceptuales en torno a los que se idearon los movimientos insurreccionales en Nicaragua durante el siglo XX. Las fuerzas revolucionarias que tomaron el poder en 1979 no fueron una masa popular de carácter horizontal, sino más bien un “conglomerado jerarquizado”, compuesto por un núcleo de “hombres cultos”, esto es, de origen urbano (Perales 2005, 46).
El derrocamiento de la dictadura fue ideado desde el FSLN como el advenimiento de una realidad distinta, y teóricamente puede verse como la fundación de estados democráticos en países que no habían tenido tal experiencia. La memoria de la Revolución Sandinista es una reconstrucción institucional, que se basó en fuentes alternativas al registro lectoescritural impuesto por el somocismo;[4] el gobierno sandinista hizo uso de murales, esténciles y música folklórica para difundir su proyecto político. [5] Fue aprovechada, por ejemplo, la música de los hermanos Mejía Godoy, que dignifica la afronta de lo pequeño contra lo inmenso y participa en la reconstrucción de lo religioso, con pueblos pequeños y combativos y canciones donde Cristo adquiere un carácter terrenal, y aparece como un hombre pobre, carpintero y guerrillero. También es importante la aparición de libros como La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, de Omar Cabezas, Revolucionarios por el evangelio de Teófilo Cabestrero y Trascender los límites de Pablo Centeno-Gómez. Destacan a su vez, los compendios iconológicos, Nicaragua: 1978-1979, de la fotógrafa Susan Meiselas, al igual que la compilación de afiches políticos La revolución es un libro y un hombre libre, de Oscar Bujard y Ulrich Wirper.
La cronotopía de la Revolución como un sueño puede ser transfigurada de muchas formas. Un ejemplo es el cuento “Apocalipsis de Solentiname”, de Julio Cortázar. El relato describe la ensoñación paradisiaca de la comunidad Primitivista fundada por Ernesto Cardenal desplazada por el “apocalipsis visual”, herencia de los regímenes dictatoriales de la década de 1970 (Delgado 2014, 111). Como ocurrió con la Revolución Sandinista después de su triunfo, el sueño tiene una duración y un límite después del cual se convierte en pesadilla. Con el fin de consolidar ideológicamente el triunfo revolucionario y confrontar en el mundo de las ideas a la Oposición Nicaragüense (los llamados Contras), la memoria de la revolución viró en favor de un excesivo peso de lo militar, que subordinó  la participación de la sociedad en lo político y en lo simbólico (Perales 2005: 47). Sin embargo, es posible rastrear diversas matrices cronotópicas de la idea de revolución que se complementan o se contraponen, como en el caso de las llamadas “insurrecciones democráticas” (Monroy 1998) que antecedieron al FSLN,[6] así como manifestaciones políticas posteriores.

1] Dictadura Somocista 1936-1979
Desde el siglo XIX los imperios occidentales se reservaron el derecho de “guiar, o incluso determinar, la política exterior de los países más débiles que estaban en la esfera de su influencia” [7], con el fin de conservar las condiciones de superexplotación en las sociedades periféricas (Cueva 1990, 65-100). De todos los países de Nuestra América, Nicaragua sobresale como la república más evidentemente afectada por la lógica imperialista que constituyó al capitalismo global. Esta práctica se llevó a cabo a través de intervenciones militares y tratados bilaterales que otorgaron privilegios a las operaciones de las compañías trasnacionales en el uso de los recursos naturales y humanos del istmo. El tratado Bryan/Chamorro, por ejemplo, establecía las garantías de carácter obligatorio que Nicaragua debía conceder al momento que Estados Unidos “notifique […] su deseo o intención de construir […]” [8] un canal interoceánico en territorio nicaragüense. En este contexto de dominación imperialista sobre Centroamérica, [9] nacen (casi paralelamente) los movimientos nacionalistas de Augusto C. Sandino en Nicaragua y Farabundo Martí en El Salvador.
La imposición, en 1936, de Anastasio Somoza García (Somoza I) como presidente y Jefe de la Guardia Nacional (GN) de Nicaragua,  es un hito de la historia de América Central. Somoza instauró un gobierno autoritario al servicio de los intereses de las grandes trasnacionales, asegurando el enriquecimiento personal de su persona y sus allegados. El latrocinio de la familia Somoza se sostuvo por dos generaciones. Somoza I consiguió establecer una alianza política que incorporó, inadecuadamente, las clases trabajadoras en un proyecto de desarrollo clientelar, pactó los términos de competencia empresarial con las clases burguesas, y suprimió la disidencia política. Tras su muerte, la presidencia y el liderazgo de la GN se trasladó –respectivamente- a sus hijos Luis y Anastasio. Durante la década de 1950 la situación política de las clases burguesas nicaragüenses se encontraba en oposición al régimen dictatorial, debido al agotamiento del pacto interburgués que había mantenido la estabilidad de las relaciones entre las oligarquías tradicionales y el régimen dictatorial de la familia Somoza (Herrera 1980, 612-645). Cuando las tensiones llegaron a su límite, los grupos conservadores comenzaron una conspiración en contra de Luis Somoza, primer sucesor dinástico de la dictadura. Las clases oligárquicas organizaron una conspiración para derrocar la dictadura mediante una incursión de desembarco aéreo de elementos paramilitares, planeada desde Costa Rica. El movimiento armado de las oligarquías fue rápidamente suprimido, sin embargo, la oposición burguesa continuaría por la vía de los partidos políticos. Luego de que el Terremoto de 1972 destruyera la ciudad de Managua, así como gran parte de la infraestructura del país, Anastasio Somoza Debayle (Somoza II) -entonces presidente-, rompió el equilibrio en el que se daba la acumulación de capital entre los sectores burgueses, sumando a una parte de dicho sector a la oposición que el régimen acarreaba desde su nacimiento.

2] Orígenes de la lucha antiimperialista en Nicaragua
El origen de la lucha anticolonialista puede rastrearse hasta la “encarnizada lucha” con la que comienza la historia indo-hispana nicaragüense en el siglo XVI [10]. El ideario político de Sandino tuvo presente siempre la lucha antiimperialista, y consiguió, de hecho, revertir la ocupación estadounidense de Nicaragua (1912-1933). Sin embargo, las causas de la movilización popular tienen explicaciones más concretas.
Los pactos que salvaguardaban la estabilidad política del régimen se vinieron abajo durante los 60 y 70, la oposición armada se hizo inevitable debido a los siguientes factores: a) El impulso que la presidencia estadounidense de James Carter dio a las “democracias viables” (Orduña 2006, 174); b) la denuncia periodística de los abusos de poder cometidos por los regímenes impuestos por EE.UU., y más específicamente, por el asesinato de periodistas internacionales (Somoza 1980, 196-208); c) la ruptura del pacto interburgués de 1947 (Herrera 1980, 612-645); d) el aumento de la represión a las clases medias; y e) la crisis de los productos agrícolas y el fracaso del proyecto de desarrollo intrerregional (MERCOMUN), con el subsecuente estancamiento de la economía nicaragüense (Torres-Rivas 1975, 631-654).
La lucha antidictatorial, que comenzó  finales de la década de 1950, tuvo diversos matices ideológicos, desde el marxismo hasta el conservadurismo, como se explica en (Monroy 1998). A la insurrección burguesa siguió el fracaso de la Guerrilla de El Chaparral y la subsecuente formación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). El primer gran vínculo que el FSLN estableció fue con el incipiente movimiento estudiantil, surgido tras un breve periodo de desarrollo social [11]. Del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) salió la generación de intelectuales, como Omar Cabezas y Julio Buitrago, que se encargaron de politizar a los sectores urbanos. La oposición al régimen pasó de la acción clandestina rural a la radicalización de la lucha urbana. La represión de la GN abrevó de los métodos de lucha contrainsurgente al hacer uso de los medios masivos de comunicación como lo muestra este relato de Omar Cabezas [12]:
“Julio [Buitrago] murió en combate… después de resistir por horas. La Guardia cometió el error de mostrarlo en televisión peleando, y así creó una leyenda: mostrar a Julio, solo, contra trescientos guardias… y toda la gente lo vio…”
La censura de la prensa obligó a la oposición a buscar formas creativas de hacer propaganda de la lucha armada. Un ejemplo referido puede ser el denominado “Periodismo de Catacumbas”, que operaba clandestinamente en templos católicos, donde se congregaba la población y se informaba sobre la situación en Nicaragua. Esta forma de periodismo consistía en un “… sistema en que emisor y receptor aparecen íntimamente unidos, confundidos. Los periodistas llegaron a los templos a informar y a recoger informaciones” [13].
Mientras tanto, la situación de marginación en las ciudades tenía efectos tangibles en la sociedad y las estadísticas: Hacia 1971, 102 de cada mil niños nacidos morían, 80% de los hogares carecía de agua corriente, y 59% no poseía luz eléctrica [14]. La solución de los problemas económicos y de la marginación social fue sustituida por la represión. La última fase de la dictadura se caracterizó por una escalada de la violencia en contra de la población civil. Susan Meiselas recupera el testimonio de “El Ciego”, un estudiante universitario [15]:
“Imagínate el problema de tirar, por ejemplo. Yo, que era un militante urbano, trabajando en barrios, tuve que empezar a tirar, a matar.
Imagínate como me sentía. […] Nunca había hecho eso antes.
Uno se pone a reflexionar un momento. Y, ya, uno se acuerda de los niños que tienen hambre, de las mujeres violadas por la guardia, de los compañeros que han caído, del país que te espera. Y digo, tengo que quedarme vivo.
¿Entiendes? La violencia individual es una cosa. Pero cuando las masas pasan a la violencia, eso hace parte de la historia”.


3] Memoria iconográfica de la revolución sandinista
Susan Meiselas viajó a Nicaragua con el fin de registrar la insurrección popular de 1978, y después de seis semanas se línea de trabajo se enfocó más en retratar las emociones de un pueblo en revolución, y no tanto la intensidad del conflicto en el “mundo de los eventos” [16]. La fotografía más difundida de su trabajo en Nicaragua es conocida como “Molotov Man” (Imagen 1), y es un retrato del guerrillero Pablo “Bareta” Arauz lanzando un coctel molotov en contra del último bastión de la GN en Estelí el 16 de Julio de 1979, un día antes del triunfo de la revolución sandinista.
Imagen 2
            En la foto (Imagen 2) vemos a Arauz lanzando una bomba casera fabricada con un envase de vidrio de la marca Pepsi; sostiene un rifle FAL con su brazo izquierdo, extendido para dar impulso al lanzamiento. El rifle, a su vez, invita a mayor reflexión; pues en la culata podemos observar varias calcomanías con la bandera de Panamá -símbolo del compromiso del gobierno de Omar Torrijos con las revoluciones centroamericanas. La mirada del guerrillero expresa ira, que parece proyectada contra un objetivo que no es mostrado en la imagen; su objetivo era el cuartel de la GN de Estelí. Del cuello sobresale un crucifijo que se balancea como resultado del movimiento súbito de su cuerpo. Usa pantalones vaqueros, sostenidos por un cinturón militar que sujeta otros ítems, combinados con una camisa verde olivo y una boina de inspiración cubana en la cabeza. Alrededor de él aparecen las figuras de otros guerrilleros parapetados detrás de costales blancos y un tanque de la Guardia Nacional que es usado como escudo. El simbolismo de la botella de Pepsi puede parecer una ironía, tanto en el sentido de que fueron los intereses de las trasnacionales estadounidenses los que mantuvieron la dictadura somocista hasta 1979, como por el hecho de que serían esos mismos intereses los que exigirían el cambio de régimen en 1990.

Imagen 3
La publicación a nivel internacional del trabajo fotoperiodístico de Meiselas en Nicaragua, mostró al mundo la lucha popular de la ciudadanía nicaragüense contra el autoritarismo. Su fotografía tiene un lugar importante en la memoria de la revolución sandinista porque captura un momento de violencia, el lanzamiento de un coctel molotov, efectuado por un guerrillero. 
      Este momento tiene un significado mayor si se contextualizan las circunstancias en que se tomó, y se crea un vínculo entre la acción de lanzamiento registrada en la imagen, y la expulsión, a través de la insurrección popular, de Anastasio Somoza Debayle, misma que ocurriría al día siguiente de hecha la fotografía. Como Meiselas describe en un artículo de 2007 [17], debido a la apropiación que de ella hicieron diversos grupos políticos, a través de la racionalización de los símbolos presentes en la imagen, el contexto histórico original de la imagen fue tergiversado.
El sujeto revolucionario que aparece en la fotografía se convirtió en ícono de la propia Revolución en el momento en que el comité de propaganda del FSLN decidió sacar la fotografía de su contexto original de su contexto original e iconologizarla [18], es decir, racionalizar el contenido de la fotografía y usar la silueta y semblante del personaje en diversos medios propagandísticos (pinturas murales con su imagen, esténciles con su silueta, y publicaciones con su retrato). La imagen fue utilizada en 1980 como portada a un especial de los Folletos Populares Gaspar Laviana, debido al simbolismo del crucifijo, y como tributo a los rebeldes cristianos asesinados por la dictadura (Imagen 3). Por su parte, la silueta del guerrillero fue tomada por la derecha estadounidense para promover la idea de una agresión comunista en Nicaragua. La fotografía es un formato tecnológico de documentación resultado de la revolución industrial, y como tal debemos relacionar su creación con la industria gráfica que permitió la masificación de lo visual, así como la red de significados que de una sola imagen, y el sinfín de usos que de ella pueden obtenerse (Kossoy, 2001, 22). La primer aparición masificada de la imagen fue en cajitas de cerillos conmemorativos del primer aniversario del triunfo de la revolución, sin embargo, apareció también como propaganda de la marca Pepsi (Imagen 4) a principios de la década del 2000 con el slogan “It’s your revolution[19]. De la misma manera, y en la misma dinámica de tergiversación u olvido de la memoria histórica,  después de la derrota electoral que llevó al poder a la Unión Nacional Opositora (UNO), los murales sandinistas, muchos de ellos inspirados en la fotografía de Susan, fueron cubiertos con pintura negra y se conservan así hasta la actualidad.
Imagen 4



Bibliografía

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Cueva, Agustín “El proceso de acumulación originaria” en El desarrollo del capitalismo en América Latina: Ensayo de interpretación histórica (México: Siglo XXI Editores, 1990), 65-100.

Dalton, Roque, "El imperialismo norteamericano en El Salvador", en El Salvador (monografía) (San Salvadro: UCA Editores, 1996), 79-80.

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Torres-Rivas, Edelberto “la integración económica centroamericana e impacto regional del MERCOSUR”, en Revista mexicana de sociología 3 (Julio - Septiembre, 1975): 631-654.

Wheelock Román, Jaime “Introducción”, en Raíces Indígenas de la lucha anticolonialista en Nicaragua (México: Siglo XXI Editores, 1979), 1.


NOTAS




[1] Susan Meiselas es una fotoperiodista estadounidense, su trabajo para la agencia de fotografía Magnum se ha publicado en medios como la revista Time, el New York Times, The Times y Paris Match. Su trabajo fotográfico en Latinoamérica incluye, además de la revolución sandinista- la guerra civil de El salvador en 1981, el tránsito migratorio en la frontera México-EE.UU., y la “transición democrática” de Chile en 1988.

[2] El concepto de cronotopía, acuñado por Mijaíl Bajtín, puede ser retomado para situar e incluir el estudio de las resistencias en los diversos planos que abarca la categoría por su espacialidad y movimientos, que describen una tensión entre fuerzas que se actualizan a cada instante (Maldonado 2016: 17, 22).

[3] Antes de la creación de la Dirección Nacional Conjunta (DNC), en 1976, el FSLN se encontraba dividido en tres facciones: la Tendencia Proletaria, la Tendencia de la Guerra Popular Prolongada y la Tendencia Insurreccional. Esta división fue producto de diferencias ideológicas respecto a la importancia de la lucha de clases populares, la estrategia del foco guerrillero y el papel de las clases medias y la oligarquía nicaragüense. Estas divisiones ideológicas impactaron directamente el desarrollo del proceso revolucionario (Hellmund 2013).

[4] La lucha por la hegemonía cultural puede trasladarse a la apropiación que hizo la dictadura de diversos símbolos nacionales, en particular del poeta Rubén Darío. La apropiación de este personaje, porparte del sistema educativo, llegó a tal grado, que pueden encontrarse versiones editadas de la poesía de Darío, así como diversos facsimilares dedicados al modernista nicaragüense. Salvadora Debayle Sacasa, esposa de Anastasio Somoza García era hija de uno de los más cercanos amigos de Darío, por lo que el poeta dedicó epístolas y versos a miembros de la familia Debayle (Whisant 1992: 23-25). Este detalle, junto con la proximidad cultural impuesta desde el gobierno estadounidense (En Nicaragua, el cumpleaños de Franklin D. Roosvelt fue designado como celebración oficial), forzaron desde temprano a los revolucionarios a buscar referentes alternativos a la cultura occidentalizada impuesta por el Estado.

[5] Cabe un paréntesis para mencionar la importancia de la red internacional de apoyo a la Revolución. Durante la década de 1980 artistas musicales latinoamericanos como Amparo Ochoa, Alí Primera, Daniel Viglietti, al igual que otros músicos anglofónicos, como la banda británica The Clash y el cantante estadounidense Kris Kristofferson, realizaron grabaciones en apoyo al gobierno revolucionario nicaragüense. Los cantautores cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés también dedicaron composiciones musicales al consumado esfuerzo revolucionario. Varios de estos artistas se presentaron en las celebraciones del aniversario del triunfo revolucionario.

[6] La invasión de los valles de Olama y los Mollejones es contemporánea a las Expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en la República Dominicana, y la Invasión de los exiliados a Paraguay de diciembre de 1959. Estos movimientos antidictatoriales se encontraban relacionados directamente con miembros de la extinta “Legión del Caribe”  que seguían en activo (Eiroa y Ferrero 2016, 24-25). Además de esto, en Nicaragua ocupan un lugar entre los tantos movimientos de oposición al régimen que habían sido reprimidos: la Insurrección de la Fuerza Aérea en 1957, la Masacre de los Brasiles el 4 de abril de 1954, y la Guerrilla del Comandante Ramón Raudales, famosa por aglomerar tanto a miembros de la Guardia Nacional Nicaragüense como del movimiento nacionalista del caudillo  Augusto C. Sandino.

[7] Eva L. Trujillo “Latinoamérica ante la globalización”, en Coacciones y oportunidades de la globalización: el caso de Nicaragua Sandinista y sus relaciones con Estados Unidos (México: UNAM, 2006), 57.

[8] Firmado en 1914 por el presidente Emiliano Chamorro y el Secretario de Estado, William Jennings Bryan; y abrogado en 1970 por Anastasio Somoza Debayle y el embajador de EE. UU., Turner B. Shelton. Tratado Bryan Chamorro, “Artículo I”, en Gaceta Oficial 8 de Noviembre de 1916, disponible en: http://sajurin.enriquebolanos.org/vega/docs/71 TRATADO chamorro-bryan.pdf [Obtenido el 28 de Marzo de 2017].

[9] Para 1917 las compañías bananeras estadounidenses controlaban la mayor parte de las tierras cultivables en el caribe hondureño (Brand 1972, 123). En El Salvador, las empresas agroindustriales extranjeras se aseguraron el monopolio de los medios de comunicación desde el siglo XIX (Dalton 1996, 80). Por su parte, los marines mantuvieron su presencia como ejército de ocupación en Nicaragua durante 15 años, desde 1921, hasta 1936, año en que instauraron la dictadura de Somoza.

[10] Jaime Wheelock Román “Introducción”, en Raíces Indígenas de la lucha anticolonialista en Nicaragua (México: Siglo XXI Editores, 1979), 1.

[11] En 1958, un decreto del presidente Luis Somoza Debayle y el Ministro de Educación –y futuro presidente- René Schick otorgó autonomía a la Universidad Nacional de Nicaragua. Más información sobre la etapa de gobierno de Luis Somoza puede verse en (Ferrero Blanco 2010, 305-334).

[12] Citado en: Susan Meiselas, Nicaragua Junio1978-Julio 1979 (Barcelona: Blume, 2008), 80.

[13] Guillermo Rothschuh Villanueva “El SRPM y el periodismo de catacumbas”, en Anotaciones sobre periodismo y revolución en Nicaragua (México: Mex-Sur Editorial, 1983), 34.

[14] Datos presentados por Susan Meiselas.

[15] Susan Meiselas, op cit, 87.

[16] Susan Meiselas Photographer (2016). Nicaragua. Obtenido el 29 de Marzo de 2017 en http://www.susanmeiselas.com/latin-america/nicaragua/#id=intro. Dicho mundo de los eventos puede relacionarse con la teoría de Kossoy (2001) sobre la autonomía y realidad propia del documento fotográfico.

[17] Susan Meiselas y Joy Garnett “On the rights of ‘Molotov Man’”, en Harper’s Magazine 2 (Febrero, 2007): 53-58.

[18] Sigo la definición de W.J.T. Mitchell de la iconología como el “estudio de las imágenes a través de los medios”.

[19] Op cit. 57.

viernes, 21 de diciembre de 2018

A Guatemala


Nací donde la caña al cielo fino
su verde volador se lanza,
como un vegetal certera lanza
que traspasa al partir el aire fino.

El mar pasé. Las olas un camino
me abrieron al quetzal, que es tu esperanza:
Hoy junto mi esperanza a tu esperanza,
juntas las dos, camino en tu camino.

Cañaveral y platanal, oscura
sangre derraman de una misma herida
de puñal, en la misma noche oscura.

¡Oh Guatemala, con tu oscura herida!
¡Oh Cuba, oh patria con tu herida oscura!
(Hay un sol que amanece en cada herida)


por Nicolás Guillén [*]


[*] Tomado de la antología Nicolás Guillén: poesía (México: Editores Mexicanos Unidos, 1999), 159.

jueves, 20 de diciembre de 2018

JUST 'CAUSE

A continuación, compartimos un documental que lleva por título "In Panama", producido por el fotógrafo de combate del ejército de Estados Unidos, Glenn Sierra. "El va a la guerra sólo con su videocámara". En el documental obtenemos la mirada de los invasores, así como su racionalización de la "Operación Causa Justa". La primera parte corresponde a los primeros días de la invasión, mientras que la segunda registra la "post-invasión y detención de Noriega". En la tercera parte, Sierra nos muestra las tareas de búsqueda y eliminación de los remanentes de las Fuerzas de Defensa de Panamá, mientras que los videos 4, 5 y 6 muestran el reestablecimiento del orden civil, así como el adoctrinamiento de las nuevas Fuerzas de Seguridad que ayudarían en el nuevo gobierno.












Sobre la Invasión estadounidense a Panamá de 1989



por Diego H. Dávila Huerta [1]

El siguiente año se cumplirán treinta años de la operación militar estadounidense más ignorada -a excepción quizás de la Invasión a Granada en 1983 o el involucramiento indirecto en Somalia y Níger-. Este ensayo fue escrito a unos días del fallecimiento de George H.W. Bush, mientras ocurre una limpieza mediática de su imagen, fundamentada en su oratoria, sus principios conservativos y rectitud política, raquitismos de la administración Trump. La llamada Operation Just Cause, u “Operación Causa Justa”, comenzó durante la madrugada del 20 Diciembre de 1989. Tuvo como principales objetivos asegurar el control fáctico de la Zona del Canal [2], la captura del general Manuel A. Noriega, con la subsecuente “democratización” de Panamá.
Es lugar común asegurar que la Invasión a Panamá sentó el precedente de las guerras, así como del actuar del ejército estadounidense, del siglo XXI. Esto se debe a tres características innovadoras, aunque no necesariamente novedosas, que  aparecieron por primera vez en el arsenal político del ejército estadounidense en 1989, y que en la actualidad han influido en su actuar imperialista: 1) La estrategia de Despliegue Rápido, 2) La racionalización de objeciones morales para justificar la acción militar directa, y 3) La mediatización acrítica de la guerra con fines propagandísticos. El presente ensayo explora brevemente dichas características.


UNO: FULL METAL JESUS
El despliegue rápido de fuerzas bélicas es una de las características fundamentales de la guerra moderna. Va de la mano con la evolución de la industrialización y el capitalismo. La estrategia de “Guerra relámpago” usada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial demostró la posibilidad de ocupar militarmente un territorio coordinando diversas unidades movilizadas por vehículos sofisticados. Sin embargo, el concepto de Despliegue Rápido estadounidense merece una examinación más profunda al ser parte de un paradigma doctrinario más que una táctica de combate. La fuerza de despliegue rápido estadounidense es un sistema de operatividad militar global coordinada, capaz de actuar en cualquier parte del mundo sin necesidad del apoyo de bases militares en el extranjero ni países aliados, y que involucra a las cuatro armas del ejército estadounidense. [3] (Bermúdez 1989) explica que el Despliegue Rápido busca concentrar en un espacio, lo más reducido posible “la mayor cantidad de fuerza militar, para obtener una victoria contundente en corto tiempo”, flexibilizando la habilidad de reacción estratégica. Tuvo su origen en la “revisión doctrinaria” del ejército estadounidense, dirigida a superar “los errores militares y políticos de la Guerra de Vietnam” así como los efectos de la llamada “crisis de consenso” en la toma de decisiones de política exterior (Rico 1984, 269).
La elección de Ronald Reagan representó un “desplazamiento del centro de gravedad del espectro político hacia la derecha”, comenzó en el marco de la “crisis integral” por la que atravesó Estados Unidos, y de ella surgió un proyecto global que luchó de forma eficaz contra el liberalismo estatalista (Borón 1984, 90). Bajo las banderas de la privatización y la guerra, la radicalización política del conservadurismo estadounidense fue el anuncio de una “fascistización en ciernes” (Id.), que vista desde el 2018 se antoja obvia. Influenciada por la Guerra Fría tardía, [4] la estrategia del neoconservadurismo estadounidense de la generación Reagan tuvo como objetivo central la “recuperación de la hegemonía” [5] estadounidense (Bermúdez 1989, 11) en el tablero geopolítico. Además de superar la catástrofe que implicó la guerra de Vietnam, [6] la New Right puso en su agenda otros dos objetivos interrelacionados que formaron una coalición entre las tres vetas de pensamiento conservativo americano, aparte del nacionalismo pro-imperialista: el ideal libertario de reducir la participación del estado en el mercado, y la obsesión puritana por defender a la “célula familiar contra sus múltiples asaltantes” (Finkielkraut 1982, 58-59).
Estos círculos de la derecha radical adquirieron un espacio ampliado, edificando una hegemonía cultural que se expandió por el resto del mundo, y que en América Latina hizo eco, influenciando los proyectos políticos de los círculos más agresivos entre las clases dominantes en Centroamérica y el Cono Sur (Maira 1984, 123-125). Un ejemplo del actuar del neoconservadurismo estadounidense en América Central lo da (Mondragón 1983) al explicar el vínculo de la New Christian Right con el genocida Efraín Ríos Montt, y queda demostrado en la actualidad, cuando la iglesia evangelista cuenta con más de dos mil iglesias en Guatemala. Que los medios de comunicación estadounidense mostraran a sectores de la sociedad panameña celebrando la Invasión de 1989 sólo es explicable (aunque no justificable) entendiendo la influencia del pensamiento conservador estadounidense en América Latina.
La administración Reagan preparó una estrategia que atendía el proyecto de redefinición doctrinaria de los militares, devolviéndoles el espacio en el diseño y elaboración de la estrategia militar, y atendiendo la construcción de consenso en torno al papel de Estados Unidos en el Tercer Mundo. En este cambio paradigmático, el principio de la ofensiva militar directa fue recuperado en la forma del Despliegue Rápido (Op. cit., 50). Esta modalidad de guerra convencional[7] innovó en la concentración y movilización de fuerzas distintas a las de la OTAN,[8] y fue proyectado inicialmente para operar en el Caribe, el Golfo Pérsico y Corea.
La crisis de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, el triunfo de la Revolución Sandinista y la Invasión Soviética de Afganistán hicieron que la creación de la Fuerza de Despliegue Rápido fuerauna prioridad del establishment militar de finales de los setenta. James Carter había inaugurado el teatro de operaciones del Middle East y, de hecho, la reconceptualización geoestratégica de dicha región cuando comenzó el programa de apoyo militar a los Mujaideen en territorio afgano y cuando su comunidad de inteligencia (en ese entonces George H.W. Bush era director de la CIA[9]) identificó la importancia geoestratégica del Golfo Pérsico. Sin embargo, para 1981 la Fuerza de Despliegue Rápido, que debía ser una herramienta global de respuesta rápida, se había convertido en un costoso (13 billones de dólares) Mando Unificado responsable por el sur de Asia.
En 1983 nació USCENTCOM, el Mando Central Unificado, cuya área de responsabilidad fue enfocándose de forma cada vez más permanente en Medio Oriente. Existen, aparte, otros cinco Mandos Unificados, estos son: USINDOPACOM, cuya área de responsabilidad se extiende desde la India hasta Japón y el Pacífico Sur; USEUCOM, asignado a Europa, Turquía y el territorio ruso; USSOUTHCOM, el infame Comando Sur, que controla las operaciones militares estadounidenses en América Latina desde la década de 1960; USNORTHCOM, creado en 2002, integró un área de asignación que incorpora el territorio mexicano, estadounidense así como el canadiense; y USAFRICOM, el Mando Unificado responsable de la mayor parte de África.
Junto con la guerra de mediana intensidad, o convencional, la estrategia contrainsurgente también se modernizó y adaptó a la estrategia política estadounidense. Reconceptualizada como Guerra de Baja Intensidad, la estrategia contrainsurgente amplió su campo de acción, la guerra hizo de lo económico, lo psicológico y lo político un campo de batalla. Un “avance” importante para la humanidad fue la expansión de la lucha ideológica hacia el espectro de las operaciones psicológicas, o Psy-Ops, siguiendo tres líneas de acción: el consentimiento activo, la propaganda armada y la acción cívica. (Ezcurra 1988, 121-122), explica que el consentimiento activo corresponde a la imposición ideológica de un modelo de sociedad con el efecto de incidir en la población civil. La propaganda armada es definida, a su vez, como el uso de comunicación cara a cara, así como recursos técnicos audiovisuales con la finalidad de incidir en el comportamiento e ideario político de la población civil (Op cit., 121-134). Finalmente, la acción cívica, un proyecto de refundación social enfocado en la asistencia económica para restaurar o generar una estabilidad institucional afín al proyecto contrainsurgente (Ibídem, 134-148), esto ocurre en dos planos. A nivel macropolítico está la participación de las FFAA estadounidenses en tareas humanitarias y en la construcción de políticas de desarrollo social, mientras que en el ámbito biopolítico está el desplazamiento forzado de comunidades de su lugar de origen y su concentración en asentamientos estratégicos. Terrorismo y genocidio, les llaman.
La ofensiva directa y la Guerra de Baja Intensidad, suelen hacer simbiosis, como ocurrió durante la “Operación Causa Justa”, cuando especialistas en guerra psicológica recomendaron al general Max “Mad Max” Thurman, encargado del Comando Sur, el uso de tácticas especiales para la captura de Manuel Noriega.  En el momento más surrealista de la invasión, la nunciatura de Panamá, sede de la embajada del Vaticano (y del escondite de Noriega), fue rodeada por vehículos mecanizados que rugieron sus motores al unísono durante todo el día de Navidad (Kinzer 2007, 258). Durante la noche, Thurman ordenó el posicionamiento de altavoces gigantes en torno a de la nunciatura para música tocar rock a todo volumen, la selección de canciones contenía títulos con mensajes claros para Noriega. Entre los éxitos que sonaron estuvieron “You’re No Good” de Van Halen, “Nowhere to Run” de KISS y “I Fought the Law” de The Clash (Idem). Pese a que el ataque no tuvo el efecto deseado, quebrantar la voluntad de Noriega, ese no fue el único uso de las Psy-Ops durante la invasión, ya que la misma táctica, el uso de altavoces estuvo presente desde el primer día, transmitiendo mensajes desmoralizantes y sonidos ensordecedores.
El stock tecnológico que los estadounidenses utilizaron durante la primera década del siglo XXI fue inaugurado en Panamá y, como veremos, fue parte de un proyecto ideológico imperialista fundamentado en la masculinización de la tecnología bélica. Esta capacidad de maniobra provee al ejército estadounidense la teatralidad necesaria para proyectar una imagen de poderío e invencibilidad. Los avances tecnológicos en materia de telecomunicaciones permitieron a Estados Unidos crear un imaginario de dominio militar al menos durante las décadas de 1980 y 1990, en maridaje con la tesis de Fukuyama del “fin de la historia”.


DOS: RETO AL DESTINO
La intervención extranjera, económica o militar no es, ni ha sido, una anomalía en Latinoamérica. A la War on Terror, “Guerra contra el terrorismo”, en América Latina la conocemos como la War on Drugs, “Guerra contra el narcotráfico”, [10] y su primer gran hito es la Invasión del 20 de Diciembre (aunque sus escenarios han ido (re) apareciendo de forma discrónica). Noriega no fue más que el primer gran capo que presentó la DEA, en un despliegue mediático sólo superado por Joaquín Guzmán Loera en 2017; después de todo, su captura involucró la invasión de un país. La ocupación militar estadounidense, sin embargo, tuvo más de una finalidad debido al carácter geoestratégico y a los intereses económicos / políticos concentrados en torno al Canal de Panamá.
Para Panamá, el Roll Back implicaba la conservación de las bases militares en la Zona del Canal más allá del año 2000, contraviniendo los tratados Torrijos-Carter de 1977, que concederían a Panamá el control de operaciones del canal a partir del 31 de Diciembre de 1999 a las doce del día. Otro punto era terminar con el apoyo que el régimen de Omar Torrijos [11] había brindado al Frente Sandinista en Nicaragua, con armamento y reconocimiento político al triunfo de la revolución. La muerte de Torrijos en 1981 podría considerarse el inicio de una crisis que culminaría con la ocupación militar estadounidense. La agenda neoconservadora americana coincidía con un simultáneo llamado a la hongkonización [12] del país por parte del sector empresarial panameño, la aplicación de las medidas del FMI y la privatización del sector productivo de la economía. Para llevar a fondo las reformas estructurales era necesario echar abajo el aparato institucional con características propias que Panamá había desarrollado durante el torrijismo, aniquilando su carácter nacionalista y devolviendo el poder a las transnacionales y los grupos oligárquicos. [13] Los herederos presidenciales en el Partido Revolucionario Democrático -creado por Torrijos, por cierto- comenzaron el proceso conocido como “destorrijización” [14] y la ruptura de relaciones con los países socialistas, Nicaragua y Cuba (Soler 1989, 97). El desmantelamiento institucional provocó que la corrupción fuera en aumento, de la mano del descontento social y la represión.
Los militares panameños decidieron imponer al país una serie de presidentes allegados al neoconservadurismo, bajo la idea de que al hacerlo obtendrían el respaldo y el beneplácito del gobierno estadounidense. Al mando de la Guardia Nacional quedó responsable el coronel Florencio Flores, que fue forzado al retiro por una junta que integraron los tenientes Rubén Darío Paredes del Río, Armando Contreras, Roberto Díaz Herrera y Manuel Antonio Noriega. Antes de Florencio Flores, el presidente Arístides Royo había presentado su renuncia alegando dolores en la garganta, lo que en la política de Panamá es conocido como el “gargantazo”.[15] Fue sucedido entonces por el vicepresidente Ricardo de la Espriella, que a la vez sería destituido por el ministro de relaciones exteriores, Jorge Illueca. La forma tan cínica y abrupta en la que ocurrió la destitución de presidentes en un periodo de tiempo tan corto le restó credibilidad institucional al gobierno y la Guardia, aumentado el vacío de poder que dejó el general Torrijos.
En 1983 Manuel A. Noriega irrumpió en la escena política dando un golpe de estado, asegurándose una cuota de poder mucho mayor que la de sus antecesores, convirtiendo la Guardia Nacional en las Fuerzas de Defensa de Panamá (FDP), su fuerza militar personal. Autonombrándose general, impuso las presidencias de Nicolás Barletta, Erick Delvalle, Manuel Solís y Francisco Rodríguez. Sin embargo, Noriega nunca pudo ser un agente aglutinante, ni ofrecer una doctrina propia para enfrentar la crisis política y económica por la que atravesaba el país, [16] por lo que sus nexos con la CIA no pudieron garantizarle el apoyo de Estados Unidos. Cuando comenzaron las manifestaciones los panameños, haciendo burla de las marcas de acné en su rostro le pusieron un apodo: “el cara de piña”.
El cabo suelto en Panamá, Manuel Antonio Noriega, no fue distinto de ningún Saddam Hussein, o cualquier otro asset incómodo de la intelligence community. Todos son desechables. Como la familia Somoza, o las dictaduras de Guatemala, El Salvador y Honduras, Noriega, fue una pieza intercambiable en el tablero centroamericano. El narcodictador fue instrumental en la red de suministro de armas para la contrainsurgencia en Nicaragua, financiada con dinero procedente del narcotráfico y la venta ilegal de armas a Irán, escándalo mediático conocido como el affair Irán-Contra o Irángate. Son destacables los vínculos de Noriega con el cartel de Cali y Pablo Escobar, de hecho, en 1998 ambos fueron acusados por dos cortes en Florida de conspirar para introducir cocaína en los Estados Unidos (Kinzer 2007, 247). Ante la falta de una doctrina, Panamá fue cayendo en la inestabilidad política, “acercándose al nivel de conflictividad de sus vecinos”. [17]
Pese a haber sido subalterno del general Torrijos, las actividades criminales de Noriega los diferenciaron notablemente. Sin embargo, el gobierno controlado por Noriega apoyó los esfuerzos por la paz en Centroamérica del Grupo Contadora, contraviniendo la decisión de Reagan de utilizar la contrainsurgencia para resolver la crisis revolucionaria en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Esa no fue la última muestra de soberanía por parte del gobierno panameño antes de la invasión estadounidense. En 1982, Panamá fue el único país en votar a favor de Argentina en el Consejo de Seguridad de la ONU, además, el entonces presidente Arístides Royo denunció públicamente el programa de entrenamiento militar estadounidense en El Salvador, causando el enojo de varios congresistas estadounidenses. Finalmente, en 1983, durante la presidencia de Illueca tuvo lugar el fin de operaciones de la “Escuela de las Américas” [18] en Fort Gullick (Soler 1989, 96-98). El coronel Roberto Díaz Herrera comenzó, entonces, una campaña de denuncias públicas en contra de Noriega, la oligarquía y el imperio (Op cit., 104). Un país en estado crítico, bajo una dictadura vinculada al narcotráfico, y que comprometía los valores, planes, así como la imagen de la Casa Blanca; cuando George H.W. Bush heredó la presidencia de Estados Unidos, el escenario estaba puesto para el drama.
Bush 41 fue vicepresidente en la administración de Ronald Reagan, y su presidencia fue una extensión e intensificación de la campaña neoconservadora de la New Right, y probablemente el epítome de esa generación conservadora, ya que su mandato coincidió con el periodo de disolución de la URSS, que tuvo lugar entre 1989 y 1991. Fue el encargado de dar fin a los movimientos revolucionarios de América Central, durante su mandato tuvieron lugar los Tratados de Paz que pusieron fin a la guerra civil en El Salvador y la derrota electoral del FSLN en las elecciones de 1990 en Nicaragua. Así terminaba la Guerra Fría en América Latina. Fue responsable del encubrimiento de los crímenes de la CIA en América Central: el 24 de Diciembre de 1992 otorgó perdón a seis de los principales involucrados en el escándalo Irán-Contra, todos ellos vinculados directamente con él. [19]
El macabro hallazgo del cadáver decapitado de Hugo Spadafora, opositor del norieguismo, en una playa de Panamá, y la aparición sucesiva de sus fotografías en los periódicos de Panamá y Miami, provocaron que la opinión en Washington se tornara lentamente en su contra. El entonces senador, John Kerry, presidente de la comisión de drogas y terrorismo intensificó la investigación a sobre los vínculos de las FDP con el narcotráfico. Pese a que Díaz Herrera desapareció de la escena política y las protestas contra el régimen se habían apaciguado, en Washington el movimiento anti-Noriega fue en aumento (Kinzer 2007, 247-249). La guerra contra las drogas de Estados Unidos adquirió un cariz moralista profundo durante los 80, relacionado con la religiosidad evangelista; sumado a las acusaciones en su contra, el carácter autoritario de Noriega y el fraude electoral en contra de Guillermo Endara, hicieron de él un amigo cada vez más incómodo.


TRES: PINEAPPLE GIRL
Una anécdota curiosa. En el otoño de 1988, Sarah York, una niña de once años de edad  procedente del estado de Michigan, comenzó una amistad por correspondencia con el dictador Noriega. El intercambio epistolar duró un año, y en él se muestran mensajes de buena voluntad y paz por parte de Noriega, así como detalles de la vida personal de Sarah. Fue invitada personalmente por el general para visitar Panamá con sus padres, causando revuelo en los medios masivos de Estados Unidos. Durante su visita, York defendió públicamente a Noriega argumentando que éste le pareció un very nice guy, y que no creía las “cosas malas que los periódicos en los Estados Unidos dicen de él”. [20] Los York visitaron Ciudad de Panamá una segunda ocasión en 1989, como una vacación familiar, y ahí Sarah se encontró una vez más con Noriega. Este segundo viaje fue muy criticado por la prensa norteamericana; mientras que se acusaba al dictador de aprovecharse de la amistad con una niña para mejorar su imagen pública, Sarah York fue humillada en entrevista por un presentador de televisión. La niña afirmó varias veces que no quería seguir el hilo mediático que convertía al egresado de la Escuela de las Américas en un simple bad guy, debido a que, luego de conocer a su familia, ella había encontrado en Noriega un hombre cándido y afectivo. [21] La Pen Pal del dictador. Es una alegoría digna de reflexión.
La idea clave en la práctica de política exterior de Estados Unidos es un “doble estándar” (Scott 1997, 32) en el que las leyes internacionales son desigualmente interpretadas al tratarse de las acciones de un país o individuo contrario al gobierno americano, que cuando se trata de juzgar sus propios actos o los de sus aliados. Los Mass Media representan los intereses y objetivos de las clases dominantes, por lo que son de gran utilidad para fijar “los términos de la discusión” (Op cit., 35). En un artículo de 1990, William Lutz describió el uso de un doble discurso -doublespeak en la terminología orwelliana- durante los hechos de la invasión, y que resulta familiar cuando se escuchan los informes noticiosos sobre la Guerra contra el narcotráfico en México. (Lutz 1990, 56) afirma que el objetivo del doble discurso es evadir, ocultar y engañar; es lenguaje que sólo comunica, no pretende expandir el pensamiento, sino limitarlo y prevenirlo. El lingüista escribe que la de Panamá fue una “no-guerra”, en la que los soldados panameños no actuaron en defensa de su país, sino  que “se involucraron en actividades terroristas armadas”, y no fueron asesinados, sino “neutralizados”. Mientras que el uso del término bajas mortales, casualties, se reservó para referirse a los pocos soldados estadounidenses que perdieron la vida. A través del doble discurso, Bush se libró de responsabilizarse personalmente por la invasión, librándose de acusaciones de infringir el primer artículo de la constitución estadounidense que en su Sección 8 establece que el Congreso es el único cuerpo político facultado para declarar la guerra (Op cit., 56-57). La idea de que Bush Sr. actuó “en defensa de las vidas de los ciudadanos estadounidenses” fue repetida en la televisión estadounidense, que proveyó las encuestas y cifras necesarias con el fin de consolidar el consenso en torno a la invasión (Ídem).
La distorsión del discurso mediático está sustentado en la autocensura de los periodistas, académicos y políticos que constituyen la punditocracy, o expertocracia, en los Estados Unidos. En esta comunidad, hay quienes son simplemente ignorantes e ingenuos; otros, tácitos estenógrafos para el poder, construyendo noticias y comentario favorables a las corporaciones estadounidenses; e individuos que son coconspiradores en la “propaganda estratégica” del gobierno (Scott 1997, 30). La ofensiva propagandística tiene como táctica, deflactar la atención hacia otros presuntos criminales de guerra, enemigos de Estados Unidos, desviando la atención de los efectos que tiene su política exterior en el resto del mundo (Op cit., 31). Otra manera de operar de los Mass Media estadounidenses es amortiguar o minimizar los efectos de las noticias concernientes a resoluciones de Naciones Unidas o de la Corte Internacional de Justicia condenatorias del actuar de EEUU y sus aliados (Ibíd., 32). Por último, los medios masivos tienen la tarea de racionalizar la naturaleza corrupta de la mayor parte de la política exterior estadounidense, cuando es necesario hacer referencia a ella. Esto se logra a través del uso de comillas, colocadas en las “referencias ofensivas”, para insinuar un probable esfuerzo propagandístico o axiomático, que desacredita los hechos y los datos (Ib. 30).
El consenso ante una eventual acción militar directa en Panamá comenzó a construirse en los medios de comunicación americanos mucho antes de 1989. Como señalamos anteriormente, las élites políticas washingtonianas se convencieron de manera gradual de la incomodidad de tener a Noriega en libertad y como aliado. El frustrado intento golpista de 1989 dejó claro para los generales la necesidad de algo más que una “solución panameña”: era necesario destruir las Fuerzas de Defensa, pues incluso sin Noriega, el cuerpo armado seguiría siendo un poder en sí mismo, y no necesariamente uno responsivo a los intereses estadounidenses (Kinzer 2006, 251-252).
Este es el contexto en el que debemos colocar la visita de Sarah York a Panamá, así como la campaña mediática que hizo de Noriega un representante del mal absoluto. Durante los ochenta, la amenaza de invasión en Nicaragua fue un recurso político del que se valió la administración Reagan para amedrentar al gobierno sandinista, razón por la cual aumentó la tensión entre militares panameños y estadounidenses. Tras una década de bombardeo mediático, de dictadores sanguinarios sin razón de ser, de rebeldes obstinados y de países impronunciables, una solución contundente para los problemas de otro país exótico más no parecía escandalosa ni inesperada para los televidentes. En el istmo, mientras tanto, nadie esperaba que Estados Unidos fuese capaz de llevar a cabo una intervención militar, llevándose de miles de vidas, justo antes de Navidad. [22]


CUATRO: LA GUERRA CONTRA LA NAVIDAD
Es imposible desasociar la imagen de hombre guerrero construida alrededor de Rambo del mensaje transmitido por las películas en las que aparece. Más allá de un cuerpo musculoso con una larga cabellera, la idea que se construye en torno al personaje es  la de un héroe solitario capaz provocar gran destrucción. “Un hombre capaz de ignorar el dolor [creado para] suprimir personal militar, matar, punto”, se trata de un personaje capaz de concluir guerras que “los políticos perdieron”. Rambo es precursor de una estética propia de las películas de acción de los años ochenta: un hombre fuerte (léase de complexión musculosa), armado con lo último en tecnología militar y con derecho moral para hacer justicia por mano propia. La masculinidad construida desde las películas de acción ochenteras es un performance excesivo e histérico (Brown: 1996, 52), que aceptan la ideología expansionista de la derecha estadounidense, al mismo tiempo que construyen una idea de ilegitimidad en torno al aparato político civil. De este modo, “la violencia sustituye el entendimiento y la victimización sustituye a la responsabilidad” (Gesser y Studlar: 1988, 9-16). El hombre máquina no sólo renuncia a la propiedad de su propio cuerpo, sus acciones parecen tener autonomía de la realidad histórica e incluso del aparato político. La representación del héroe arquetípico presentado en las películas contradice la realidad de los jóvenes que combatieron en el sudeste asiático y que, ante la derrota militar, se convirtieron en parias, desempleados y vagabundos  a los ojos de la ciudadanía estadounidense.
Las tropas que participaron en la invasión a Panamá fueron de una generación distinta a la de Vietnam, así como la estrategia y la inteligencia política con que fue llevada a cabo. La puesta en escena de 1989 tuvo como principal parámetro el proteger la integridad las tropas invasoras. Los soldados estadounidenses contaron con la mayor de las protecciones; chalecos blindados, bombardeos estratégicos y tecnología de guerra de la última generación. Los “rambos”, así llamó Stella Calloni a las tropas de ocupación americanas, vestían modernísimos chalecos blindados, así como

“Un ridículo casco cubierto de flecos camuflados, que imitaban el color de la jungla. Después sabríamos que estaban construidos con Kevlar, un material sintético cuyas 16 livianas hojas tenían la consistencia del acero. No dejaban pasar las balas. Todas sus armas eran nuevas y sofisticadas y se ensayaron sobre la población panameña”. (Calloni 1991, 11).

La “Alerta Delta” comenzó a transmitirse, mediante el sistema de televisión que opera en las bases militares estadounidenses, el 16 de Diciembre. Para entonces “la opinión pública norteamericana había sido lo suficientemente moldeada para aprobar la invasión, incluso para que para que produjese regocijo en sus sectores chauvinistas” (Soler 1999, 88). La primera bomba cayó a las 00:46 según reportes del Instituto de Geofísica y la Estación Sismológica de la Universidad de Panamá, y durante los primeros cuatro minutos de la invasión se registraron 67 explosiones, y para las dos de la tarde se habían registrado 417 (Op cit., 89-90). En los días posteriores, durante la ocupación, el territorio panameño se convirtió en el campo de práctica de la tecnología militar más sofisticada. Ahí, fue usado por primera vez el bombardero F-117 “Stealth”, el icónico helicóptero de ataque AH-60 “Apache”, los famosos Hummers, que en la actualidad son incluso de uso civil al igual que los lentes y cámaras de “visión nocturna”. El establishment militar se congratuló de reconocer que los errores de la invasión a Granada habían sido superados. Razón de orgullo también fue la participación de un contingente de 160 mujeres, el más grande despliegue de unidades femeninas hasta ese momento (Ibídem 90-91). Los testimonios de los vecinos del barrio popular de El Chorrillo, que era contiguo al cuartel de las FDP, dan cuenta de escenas espantosas, incluyendo el uso de un arma “capaz de entrar sin dañar nada en una casa y pulverizarlo todo adentro” (Calloni 1991, 215).

“No echaba abajo edificios […] en cambio penetraba los muros […] consumía mobiliario, máquinas, vidas humanas, sin hacer un solo boquete […] familias enteras quemadas, calcinadas, o quién sabe cómo pueda llamarse a lo que ocurrió con sus cuerpos que se deshacían entre los dedos cuando  se pretendía recogerlos” (Soler 1999, 97).

La memoria de dos personas que sobrevivieron al bombardeo y ocupación de El Chorrillo invoca a un muchacho de aproximadamente 16 años “de los Batallones de la Dignidad [que subió al edificio donde vivía] y comenzó a combatir desde allá arriba […] según contaron luego las gentes de El Chorrillo, a él le tiraron una bomba extraña, una bomba como incendiaria” (Calloni 1991, 221-222).

“Solo estaba el edificio intacto, pero todos los muebles calcinados. Calculo que fue una bomba como de espuma, digo yo, algo que vi. El muchacho se llamaba Jorge Carreño y me contaron los vecinos que al cadáver […] los gringos lo amarraron con una soga y comenzaron a arrastrarlo pero se fue desmembrando. Estaba calcinado de una manera tan extraña. Los militares norteamericanos trajeron una bolsa y echaron los pedazos y lo tiraron por el balcón a la calle, donde ellos andaban recogiendo los cadáveres. Esa fue la historia de un pequeño héroe” (Op cit., 222).

En efecto, las tropas estadounidenses comenzaron la limpieza de la escena del crimen desde las primeras horas de la invasión. (Soler 1999)  y (Calloni 1991) reconstruyen la forma en que los americanos recurrieron al uso de camiones refrigerados para trasladar los cadáveres a fosas comunes, y para desaparecerlos en sus bases militares diseminadas por todo el territorio centroamericano. Los medios de comunicación, en manos del imperio locales se encargaron de culpar a los Batallones de la Dignidad por el incendio y la destrucción en El Chorrillo (Soler 1999, 95). El encubrimiento en realidad comenzó horas antes de la invasión, cuando los corresponsales de las principales cadenas de televisión estadounidenses, así  como de Notimex, AFP y EFE, fueron capturados y retenidos en la base militar de Fort Clayton. Esta fue la primera guerra que cubrieron CNN y FOX. Y a diferencia de su cobertura durante la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, el manejo de las imágenes e información estuvo bajo el estricto control del ejército estadounidense. Una fotografía en un depósito de cadáveres le cobró la vida a Juantxu Rodríguez, corresponsal de El País, quien fue ejecutado extrajudicialmente momentos después de capturarla, en los alrededores del hotel Marriott, donde se hospedaba. La periodista argentina Stella Calloni hace memoria en su libro de 1991, “Panamá, pequeña Hiroshima”:

“Hacía sólo cinco días, en la mañana del 20 de Diciembre, había sentido la sombra cercana de la muerte […] sucedió cuando caminábamos con un joven fotógrafo por las cercanías del Palacio Legislativo. Imprevistamente nos encontramos con un pelotón de soldados estadounidenses. Alcanzamos a decirles que éramos periodistas, pero esto sólo pareció violentarlos. En ese mismo momento surgió desde un portal, casi a mitad de cuadra, la pequeña y esmirriada figura de un anciano. Entonces los soldados volvieron sus armas y dispararon sobre él, que cayó como fulminado. Nosotros retrocedimos espantados y logramos dar vuelta a la esquina […] Con un gesto casi instintivo el joven fotógrafo se sacó rápidamente la camiseta y envolvió su cámara. Había comprendido que los invasores no querían evidencias.” (Calloni 1991, 12).

El periodista de Democracy Now!, Juan Gonzalez, asegura [23] que el ejército estadounidense, al enfrentarse a una generación de reporteros curtidos por los conflictos centroamericanos, mantuvo vigilancia sobre los periodistas desde la salida de su vuelo en Miami. 
            Los preceptos intelectuales que facilitaron la invasión no fueron desechados, al contrario, fueron ampliados y perfeccionados -sobre todo la habilidad para la mentira-. El siguiente año, para iniciar de la Guerra del Golfo Pérsico, George H.W. Bush utilizó la excusa de bebés recién nacidos siendo desconectados de sus incubadoras en los hospitales de Kuwait por los invasores iraquíes. Los medios de comunicación, atentos a los designios imperiales, dieron difusión indiscriminada a la noticia que, con el tiempo se descubrió como falsa.
            Y no termina ahí. En 2003, la insistencia sobre el apoyo a grupos terroristas, la presencia de armas de destrucción masiva en Irak llevó a una guerra que ha durado (hasta 2018) quince años. Hoy en día es sabida la falsedad de estas declaraciones, y más allá. Sabemos que, en caso de haberlas poseído, las armas de destrucción masiva (armas químicas como gas sarín y ciclosarín) fueron proporcionadas en los ochenta a Saddam Hussein por países europeos como Holanda, Francia, Inglaterra y la administración Reagan, con el fin de ser usadas en contra de Irán, durante una guerra en la que el gobierno estadounidense vendió armas a ambos bandos.
En el nuevo milenio el conservadurismo estadounidense tiene nuevas fijaciones. Durante la administración de George W. Bush, en el cenit de la Guerra de Irak, nació el concepto de War on Christmas, la “guerra contra la navidad; una estrategia de los medios de comunicación derechistas que creó la falsa percepción de una nueva ofensiva contra el modo de vida americano y su más fundamental expresión cultural.  Este puede ser considerado un giro hacia la era Trump, ya que los medios de comunicación estadounidenses criticaron primero al neoconservador Bush y al establishment por usar la expresión Happy Holidays en vez del tradicional Merry Christmas. Este simple cambio de lenguaje implicaba una traición de la mayor magnitud, pues constituía un ataque no sólo hacia la Navidad y la religión cristiana, sino contra esa celebración que los gringos han deificado. Este percibido enemigo imaginario cobraba corporalidad únicamente cuando se le caracterizada como liberal, un afiliado al partido demócrata, un activista de los derechos LGBT, o extranjeros. Sin embargo, el conservadurismo de la era Trump ya no tiene tiempo para las cursilerías de la familia Bush; la realpolitik de la administración precedida por Donald Trump hace uso de las amenazas intervención militar para chantajear el resto del mundo, cosa que no es nueva, como ya vimos.
La última década del siglo XX, y la primera del veintiuno dan muestra de cómo opera la hegemonía militar estadounidense  luego de la invasión a Panamá. La consolidación de los intereses de las grandes transnacionales es el primer gran rasgo perceptible en América Latina. El 28 de Junio de 2009 tuvo lugar el Golpe de Estado de Honduras (una de las capitales latinoamericanas de la maquila), que revertía la agenda “progresista” del presidente Manuel Santos Zelaya. El gobierno estadounidense también ha puesto en la mira a países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba.
Hoy, el resultado de la invasión es el éxito ideológico neoliberal, que apareja el control canalero por parte de Estados Unidos con la ampliación del sector servicios (casinos, bancos, hoteles, call centers), la educación por competencias y una actitud de enajenación mercantilista inducida por el sistema para su propio beneficio (Rodríguez Reyes 2014).
Existe una razón fundamental por la que grandes sectores de las sociedades latinoamericanas prefieren “no mecer la lancha” cuando se trata de política, la Invasión de Panamá demostró que una acción militar directa por parte del ejército de Estados Unidos sería un crimen bienvenido y permitido por la sociedad americana. La historia demostraría el carácter de esta verdad con víctimas, por miles, en Afganistán e Irak.

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NOTAS

[1] Es egresado del Colegio de Estudios Latinoamericanos  de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

[2] El Canal de Panamá es una importante obra de ingeniería que conecta el Océano Atlántico con el Pacífico. Este paso interoceánico es vital para la circulación de mercancías a nivel global. Fue construido entre 1875 y 1915, a partir de la firma de tratados entre Estados Unidos y la Nueva Granada (actualmente Colombia) que concedían a empresas norteamericanas la licitación para construir un ferrocarril, y a la larga, una vía marítima que atravesara el istmo. Desde su origen, la Zona del Canal de Panamá ha sido adjudicada como propia por Estados Unidos, asegurándose los mecanismos jurídicos necesarios para mantener la custodia y el monopolio del control del canal. En 1977 el gobierno panameño y la administración del presidente estadounidense James Carter acordaron la neutralidad de operaciones del canal, con el compromiso de que al término del tratado, la República de Panamá recuperaría su soberanía sobre la Zona del Canal.

[3] Ejército, Marina, Fuerza Aérea y Cuerpo de Marines.

[4] (González 2017, 298-299) ofrece una periodización de la Guerra Fría comprendida por tres momentos de distensión: una primera fase de 1948 a 1953, caracterizada por la consolidación del bipolarismo, la formación de la República Popular China, la Guerra de Corea y el desarrollo del macartismo en EEUU. Una segunda fase, llamada de “coexistencia pacífica”, entre 1953 y 1970/75 iniciada por la muerte de Stalin, y la llegada al poder de Nikita Kruschev y su declaración de la posibilidad de la coexistencia de los dos modelos políticos, socialismo y capitalismo, con una solución pacífica de los conflictos. Es durante esta etapa de la Guerra Fría en que ocurren los conflictos focalizados como la Guerra de Vietnam, la crisis de los misiles de Cuba y la creación del Muro de Berlín. Y una última fase, comprendida entre 1975 y 1990/91, con los últimos movimientos de la URSS en Afganistán, Angola, Camboya y Mozambique, la intensificación del conflicto centroamericano y la disolución del bloque socialista.

[5] Se le conoció como Roll Back al proceso en el que Estados Unidos recuperó sus posiciones militares y políticas en el escenario de la Guerra Fría tardía, después de que el presidente demócrata Jimmy Carter hiciera de los derechos humanos el eje central de su política exterior.

[6] Cabe recordar que la percepción catastrofista sobre la guerra de Vietnam tuvo dos percepciones distintas, por una parte el descontento por la participación de Estados Unidos en una guerra concebida como inmoral debido a la cobertura mediática, y por otro lado la frustración por una retirada considerada abrupta y deshonrosa.

[7] Luego de la invención de la bomba atómica, y la posibilidad de una conflagración de alta intensidad, las tácticas convencionales de combate del siglo XX pasaron a ser conocidas como de mediana intensidad, mientras que al catálogo de técnicas terroristas como la desaparición forzada, el asesinato político o la intervención económica apareció con el mote de “baja intensidad”.

[8] La Organización del Tratado del Atlántico Norte nació al final de la Segunda Guerra Mundial, y su creación está relacionada con el inicio de la Guerra Fría. Su objetivo era concentrar los mandos militares de los países europeos en conjunto con las fuerzas americanas estacionadas en Europa en un solo cuerpo estratégico para hacer frente común en caso de una ofensiva soviética. El inicio de operaciones de la OTAN (tales como ejercicios militares) fueron entendidas como agresiones por parte de la URSS, que en concordancia crearía el llamado Pacto de Varsovia.

[9] La Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus iniciales en inglés) es el cuerpo de inteligencia estratégica de Estados Unidos. Realiza operaciones encubiertas y de espionaje.

[10] La Guerra Contra el Terrorismo (Global War on Terror GWOT por sus siglas en inglés) comenzó luego de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001, su teatro de operaciones se extiende (en 2018) por once países de Medio Oriente y África. A su vez, la War on Drugs, que comenzó en 1970 durante el gobierno de Richard Nixon, se refiere a los esfuerzos de prohibición de las drogas y su criminalización por el gobierno federal de Estados Unidos. Se ha convertido en una estrategia global impuesta a los países de América Latina y Asia, que ha afianzado la intervención económica y política norteamericana en México, los países del Caribe, América Central, Colombia, Brasil, y Filipinas.

[11] En 1968 Omar Torrijos Herrera dio un golpe  militar, comenzando un “contradictorio proceso” que “desmanteló el sistema de partidos, reemplazó el órgano legislativo por una asamblea de líderes locales y neutralizó a la oposición” (Leis 2009, 19). Y que llevó a cabo un proyecto de desarrollo económico de corte nacionalista que ampliaba la participación del Estado en la economía, en alianza con algunos empresarios locales. Se mantuvo en la presidencia hasta 1978, pero mantuvo control de la Guardia Nacional hasta su muerte. La unidad nacional convocada por Torrijos impulsó proyectos de desarrollo que llamó “escuelización”, “telefonización” y “electrificación”, logrando avances importantes en la disminución del poder oligárquico.
Un importante momento político del torrijismo fue la llamada “Guerra del banano” de 1974, una disputa entre el gobierno de Panamá y la Chiriquí Land Company, subsidiaria de la United Brands Company motivada por un impuesto de un balboa  por cada caja de banano de 40 libras que se exportara. La negociación del impuesto, discutible en términos económicos -pero no políticos-, tuvo un alcance regional, implicando a los países bananeros. La reacción por parte de la transnacional, y su amenaza dar por terminadas sus operaciones en suelo panameño, implicó la creación de la compañía bananera de Panamá (“Bananos Panamá”), culminó con la destitución y suicidio de Eli  Black, presidente de United Brands (Martínez 1987 202-216). Fundó el Partido Revolucionario Democrático, que gobernó el país hasta la invasión de 1989, y apoyó a la Revolución Sandinista desde finales de la década de 1970. Su muerte, en un inexplicado accidente aéreo en 1981 provocó una lucha por el poder al interior del PRD y la Guardia Nacional.

[12] (Selser 1984, 172) advertía que el éxito de los modelos de exportación de Hong Kong y Singapur tenía base en la explotación infrahumana de la mano de obra. A este “trabajo esclavo” lo podemos equiparar con la modalidad del trabajo en las actuales maquiladoras en repartidas en México, América Central, el Caribe, Indochina y Filipinas.

[13] Linares Franco, Julio E., “Sobre el torrijismo”, en La Prensa, 21 de Diciembre, 2004.

[14] Luna, Lucía, “Toda una campaña,  en marcha”, en  Proceso 718, 4 de Agosto, 1990.


[15] Hernández González, René, “El gargantazo”, en La Prensa, 31 de Julio de 2007.

[16] Caño, Antonio, “Resucitando al general”, El País, 5 de Agosto de 1987.

[17] Op cit.

[18] El Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, anteriormente conocido como la Escuela de las Américas, es una institución de formación militar del ejército estadounidense con sede en Fort Benning, Georgia. Su área de especialidad es la Doctrina de Seguridad Nacional aplicada al área latinoamericana. De sus aulas salieron varios militares latinoamericanos responsables de crímenes contra la humanidad, atentados a los derechos humanos, y acusados de vínculos con el crimen organizado. Por mencionar algunos: los dictadores, Hugo Banzer, Efraín Ríos Montt, Roberto D’Aubuisson, Rafael Videla, el presidente de Gambia, Yahya Jammeh; y el narcotraficante, Heriberto Lazcano Lazcano alias el “Z-3”.

[19] De todos los implicados en el Irángate, John Pointdexter, el consejero de Seguridad Nacional de Ronald Reagan fue el único sentenciado.

[20] Associated Press, “A Young Noriega Fan Ruffles Her Neighbors”, en The New York Times, Octubre 17, 1989.

[21] Los detalles de esta relación particular los concedió Sarah York en una entrevista de 2003 titulada para el podcast This American Life. “Episode 246: ‘My Pen Pal’”, Disponible en: https://www.thisamericanlife.org/246/my-pen-pal [Verificado el 18/12/18].

[22] El documental “The Panama Deception” o “El engaño de Panamá” hace un valioso recuento de los días previos a la invasión, así como de su desenlace. Disponible en Youtube en inglés: https://www.youtube.com/watch?v=Zo6yVNWcGCo [Verificado el 18/1218]. Y en español: https://www.youtube.com/watch?v=dbrtrtUjdz4 .

[23] “Greg Grandin: la invasión a Panamá ordenada por George H.W. Bush en 1989 preparó el camino para las guerras estadounidenses que vendrían”, en Democracy Now!, Disponible en: https://www.democracynow.org/es/2018/12/4/greg_grandin_george_hw_bushs_1989 [Verificado el 19/12/18]